viernes, 20 de julio de 2012

La casa

Por la inclinación del sol diría que es invierno.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Plaza de la Merced.

"Los mártires que transmiten su memoria, no mueren, suben al tiempo de la gloria".

-¿Qué te pasa? Pareces triste.
-Creo que estoy incubando un virus.
-¿Qué virus?
-Uno que tiene que ver con la literatura.
-¿Y cuáles son los síntomas?
-Estornudo textos, escupo relatos y de vez en cuando me da una fiebre que me deja postrado en la silla donde solo sé leer o escribir.

martes, 15 de septiembre de 2009

Eterno retorno.

El hombre es circunstancial, la persona no.

Qué cosas tiene todo ésto, después de veinte siglos de humanidad "civilizada" nadie sabe mucho más que aquél revolucionario llamado Jesús. Y eso que los sentimientos son los mismos. El agua, más de lo mismo.

En las cuevas sigue habiendo gente, sobre todo en las cuevas del arte, donde empezaron con pinturas rupestres. Nadie sabe ver ya esas pinturas, parecen que están en otra dimensión o son tan sucias que los limpios ojos que nos venden en la televisión no pueden ver nada que no produzca algún beneficio. Pero todo eso arderá algún día, y será materia de estudio en un futuro (si es que existe y no existe un todo con sus partes) en clases de historia. Puede que se llame la era del hombre hueco o del envase.

Lo fácil.

Lo difícil para los dificultosos. Las cuevas para ellos. Para mi. Cuántos años tardó Benedetti en llegar hasta el poema de "Corazón coraza", y yo, con veinte años, lo tengo aquí. Puedo comprender algunas cosas, y aunque crea que lo comprenda entero eso son solo ilusiones de árboles que creen moverse. El secreto es que no hay secretos. Solo incógnitas. O sombras.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Nuevos planes, idénticas estrategias.

"Y aunque creí que nunca más sería capaz de comenzar, la fantasía es una vía..."

Cuando se levantó no supo hacer otra cosa que usar toda la fuerza que había tenido dentro. Capacidad para mover cientos de toneladas de cieno que llevaba detrás de los ojos, capacidad para olvidarlas y moverse como una bailarina con zapatos de claqué encima del escenario.

"Comenzaré con solo una viñeta, sin referencias ni explicación..."

La fuerza que había ido guardando cuando la ciudad sonreía detrás de las esquinas. Febrero. Alimentándose de los pasos de Miguel en el camino que va más allá de Mundo Nuevo. Toda la vida giró en aquellos meses, una vida que pudieron ser cuatro o cinco más. El centro: una persona que no tenía nada que ver. Maldita sea. El destino, las risas, querer saber más. Una historia que no tuvo ninguna comparación y sobrepasaba a todas con su velocidad. Como corren estas letras. Una voz ronca, grave. El Pimpi y sus fantasías, aquella forma de deformar las realidades. No hay un todo si no diferentes partes.

"En pie como el soldadito de plomo, se preparó para caer en combate..."

A unos les daban medallas, otros imaginaban encuadres en calle Mármoles. Algunos se aprendían el guión, y yo fantaseaba con todos esos sueños, todas esas ilusiones que creía abandonadas. Psicólogo. Las gotas de literatura que comenzaron a caer del cielo durante aquél verano, en un lugar insospechado, donde los árboles se olvidaron de extinguirse. Después vinieron los riachuelos, los ríos, los embalses. Y este goteo incesante de textos en páginas donde nadie sabe nada de mi. A veces pienso, dubitativo, si es la fuga que me impide lanzarme a nadar en grandes superficies. Dudo mucho, para mal o para bien.

Dispuesto para morir.

Dispuesto para combatir.

Sangre en las manos.

Disposición para agarrar con fuerza la tragedia.

Aunque después no muera y peor, siga viviendo.

Aunque pierda y peor, gane.

Aunque la sangre no salga y al fin me digan que la canción de mi vida es un silencio que dura toda una eternidad.

"Parece ser que va a llover, el aire aquí es más cálido..."

martes, 18 de agosto de 2009

Los gatos flacos.

Los gatos flacos son ratones gordos. Un amor gordo es un temor flaco, una luna que no mira al mar y que no quiere reflejarse en los espejos.

El marino en una tempestad mira solo la tempestad, cuando se fije solo en una ola, ésta lo volcará.

Ahora hay otras historias que contar. Otros encuentros, otros acantilados, otras palabras que corren con el tiempo y solo quieren correr más.

La música que suena (esa extraña forma de tiempo según Borges) eran tus palabras, las mías. Resulta que me fui cien veces sin saber donde irme y acabé en los lugares. Una más tres y siete, así hasta llegar a cien. Probablemente sonreía, aunque fuesen otros. Porque, aunque fuesen otros, sobre todos cayó un hechizo, una marca, una herida a la vista del mortal de la que nunca se podrían recuperar. Soy el asesino, el yacente, el arma homicida. El río de Santa María y Gertrudis. Macondo. El impronunciable condado de William. El riñón que falta y el que hay, el padre que se llevaron las nubes. Soy, como muchos otros, el confidente, la víctima. Soy la vieja carne, el Aleph, alguna catedral, los pensamientos que son míos y los que no son. Y especialmente el gran redentor que es el que a la vez da sentido a las historias. Los gatos flacos que quieren comer ratones gordos.

El eco de las canciones que surge de unas luces que parecen un nuevo amanecer. Alcohol y alcohol one more time. Un tipo que no recuerdo como se llama, le enseñó a un rey persa el juego del ajedrez. Éste, sorprendido ante tamaña arte militar sin derramamiento de sangre, le dijo al tipo que qué quería, que era el Sha Persa y podría darle cualquier cosa. El tipo dijo que quería tantos granos de trigo como cuadros tenía el tablero, multiplicados por sí sesenta y cuatro veces (o algo así). Me temo que el Sha Persa no pudo complacerle, espero que con ésto comprendan la grandeza del hombre también puede ser su pequeñeza.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Bradley Wiggins

Alguna vez quisieron elevarme a unas categorías que ni yo mismo era capaz de reconocer. Me hicieron grande a base de gas, ocupando el máximo espacio posible a pesar de tener pocas partículas. Me ha sucedido otras veces y, es que, no sé aceptar un halago. Los agradezco y los siento, pero intento que no lleguen a tocarme. Así no consiguen hacerme gas.

Lo malo de volatilizarte y ocupar mucho espacio es que, se irán las personas, la temperatura y la vergüenza bajarán a su estado normal y entonces te sublimas. Vuelves a lo sólido. Y de repente, te sientes pequeño. Y no es que seas pequeño, es que especulaste con una grandeza efímera que no puede verse en el espejo. Vuelo por dos o tres halagos y después vuelvo al estado normal. Mido uno ochenta y siete. Si abro los brazos alcanzo una longitud de metro y medio. La mano (con los dedos) mide diecinueve centímetros, y el pulgar solo, siete centímetros y medio. No hay más. Sólo números que no saben de halagos y mucho menos de volatilización en carne humana. No estoy pequeño ni grande. Soy yo. Con mi piel y mis heridas, las cicatrices. A veces también tengo miedo, y otras todo lo contrario. Hago unas cosas bien y otras mal, pero procuro siempre hacer algo. Aunque sea callar, observar.

Y hay un secreto que a veces creo que nadie sabe: todo lo que hago yo también lo podéis hacer los demás. A veces pienso que alguien halaga a otro alguien con una voz que parte de la culpa. Pero es cierto, a veces también pienso demasiado.

Arrivederchi. La cena me espera.

lunes, 27 de julio de 2009

Talento.

El talento es una forma de ver las cosas, una manera de mover los ojos en un hecho o sobre un hecho. El talento es una forma de asociar olores, una manera de saborear y cómo sentirlo. El talento es una forma de no oír las cosas, y una manera de escucharse a sí mismo. El talento es una forma de acertar con la mano al tocar a alguien, una manera de mover los dedos con la fuerza, precisión y velocidad necesaria para tocar, escribir, masajear, rascar, cocinar, marcar, llamar, acariciar, señalar, hablar. El talento es una forma de respirar, de mover las piernas. El talento es una forma de moverse por el mundo, una manera de gastar el tiempo y los pensamientos. El talento es una manera de hilvanar palabras, una forma de contar números. Una manera de imaginar.

El talento necesita de una voluntad para vivir. Y de una pereza para dormir. Del talento no se vive, se aprende. No se compra ni se vende. A veces nace con uno y otras, nace de uno.

Busca.